Isaac Newton Albert Einstein
La máxima figura de la ciencia moderna:
Isaac Newton junto con Albert Einstein
Esto, al menos, es lo que el establishment de la ciencia nos ha hecho creer por cientos de años. Sin embargo, Newton concebía a la naturaleza como una matriz viva y mágica en la cual se materializaba el arte del Divino Arquitecto.
Tanto como en la física, Newton se interesó por la alquimia y la interpretación profética de la Biblia.
Newton escribió más de 1 millón de palabras sobre temas de ocultismo, mismas que el Royal Society se negó a publicar y que pasaron al olvido hasta que hace poco fueran rescatadas.
Su biógrafo Richard Westfall escribió:
“mi preferencia personal no puede hacer que más de un millón de palabras que escribió en su estudio de la alquimia desaparezcan”.
Lo más significativo del caso no es que Newton tuviera cierta tendencia espiritual –o lo que ha sido descrito como “pseudociencia totémica”–sino que estos estudios en alquimia y en esoterismo fueron precisamente lo que le permitió acceder a la ley universal de la gravedad.
Stuart Clark escribe en su blog dentro de The Guardian: La creencia de Newton en espíritus y en lo que los alquimistas llamaban principios activos casi seguro fue lo que le permitió concebir la gravedad en la forma matemática que usamos todavía hoy.
En el tiempo de Newton, los filósofos naturales le habían dado la espalda a la astrología y con ella a la idea de que las influencias podían viajar a través del espacio vacío. En cambio, los impulsos debían de ser transmitidos a través de cosas tocándose entre sí. Así que si había una fuerza que movía a los planetas tenía que hacerlo a través de un medio.
Stuart Clark se pregunta “¿Fue Newton un científico o un brujo? En verdad, fue un poco de los dos. Y por eso fue que logró obtener resultados donde otros habían fracasado”.
Einstein decía de sí mismo, que no era más que una de las manos serviciales que se esfuerzan con su trabajo, para que la estatua del Conocimiento no quede oculta por la arena del desierto.
Como científico y buscador de la verdad, llegó a reconocer que la razón no alcanza a explicar todo el orden que la vida hasta en sus más mínimos detalles delata.
Reconoció los límites que nuestra mente tiene para comprender ese misterio, pero no tiene reparo en confesar la inmensa admiración que le produce la contemplación de la Naturaleza.
Einstein reconoce que sólo hay unas cuantas personas ilustradas con una mente lúcida y un buen estilo en cada siglo. Y por eso lo que queda de su obra es uno de los tesoros más preciados de la humanidad, que a través de la educación en las enseñanzas debemos poder transmitir de generación en generación. Sobre todo el tesoro de la tradición.
Deja tu comentario